Después de mucho tiempo, hoy le conté a mi Mamá algunas de las maldades que mis enemigos me hacen para hacerme sufrir y no dejarme servir a Dios. Se quedó callada, sin saber que decir. Finalmente, dijo que no le cabía en la mente tanta maldad.
Yo ni siquiera le conté todas las maldades que mis enemigos han hecho en contra de mí para que no se preocupara por mí.
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